Mick Gonnel y sus criaturas de vertedero
Por desgracia para todos, por desgracia para Lanzarote, a Mick Gonnel no le falta materia prima con la que desarrollar sus inquietudes artísticas y convertir en bello lo que, sin él, es simple basura. A nuestro artista la materia prima le sobra, tiene donde elegir y qué elegir. En los vertederos ilegales, en demasiados rincones de la isla, Mick recoge los materiales desechados y abandonados por ciudadanos (?) sin escrúpulos y los coloca en su taller hasta que comienzan a hablarle, a decirle lo que les hubiese gustado ser en otra vida y lo mucho que le agradecen que los retirara de los bellos paisajes isleños que ellos, sin querer, estaban afeando y ensuciando. Y Mick les escucha y en cada uno de ellos adivina lo que posee para hacer realidad su sueño. Da igual que el óxido y la suciedad enmascaren sus formas, que el diseño con el que nacieron apenas sea reconocible, Mick Gonnel posee el don de redescubrir en todos sus almas ocultas.
Martillo, tenazas, soplete e ingenio son las herramientas con las que este artista, nacido en Francia pero vecino de La Villa, entresaca y funde las piezas que, tras ser colocadas en su nuevo perfil, adquieren vida propia, personalidad. Y lo que eran hierros retorcidos y desechados, lo que eran máquinas y artilugios reventados, despanzurrados, se convierten en relatos físicos que cuentan historias imposibles, anécdotas surrealistas, chistes sarcásticos, cotilleos bondadosos, locuras cotidianas y burguesas... El concepto del reciclaje adquiere en las manos de este creador la categoría de arte y nos enseña a todos que calificar de inútil, inservible, viejo o pasado de moda a un objeto es el mayor insulto que se le puede decir a la Materia (sí, con mayúscula). El arte no es sino hacer posible que la Materia se exprese libremente, sin límites ni cortapisas, sin moral alguna, sin preceptos académicos, sin vergüenzas ni pudor. Y así nacen las metálicas criaturas de vertedero con apellido Gonnel, así nacen las surferas gorditas, los “cochones” burlescos, los pescadores con suerte, los bambis de enormes gónadas, los monstruos decorativos, los pájaros fumadores, las bailarinas torponas, los músicos extravagantes, los insectos por inventar...
Las huellas de la impronta de Mick Gonnel se dejan ver en los muros de bares y comercios de La Villa, en los salones de sus restaurantes y en los rincones favoritos de tantos y tantos hogares y jardines...
Ahora, Mick Gonnel expone lo mejor de su obra en LAGӨMAR (Oasis de Nazaret) en donde se podrá comprobar que el humor, la alegría de vivir, el optimismo y la bondad son los ingredientes esenciales que Mick Gonnel insufla a sus criaturas que no son sino la prolongación de su forma de ser, de su temperamento, de la energía de sus manos bohemias y vitalistas, de su corazón.
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Villa de Teguise
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